viernes, 7 de mayo de 2010

¿Cómo percibo mi docencia?

Empecé a dar clases hace 14 años impartiendo la materia de Latín, cosa que no fue fácil porque el Latín no lo es. Poco a poco me involucré con otras materias relacionadas a las humanidades y por cuestiones un poco azarosas y de gusto personal, me dediqué a los idiomas, principalmente francés e inglés a nivel bachillerato. Al principio fue difícil por la inexperiencia en el trato hacia los alumnos, cómo debía reaccionar en ciertas situaciones, qué decir, qué no decir, etc. pero creo que los años no han pasado en balde y he aprendido tanto a saber manejar, en el mejor sentido de la palabra, a los alumnos, como a dar buenas clases. No es que al principio no lo fueran pero ahora son mejores, tengo más elementos que puedo utilizar para mi materia, trato de aplicar toda mi experiencia para que sea benéfica para los estudiantes sin olvidar que en ocasiones no se logra por cuestiones externas, es decir, cuestiones personales que nos minan al momento de trabajar o simplemente porque no contamos con los recursos necesarios para darla, y si este fuera el caso, pues hay que trabajar con lo que se tiene.
En muchas ocasiones es difícil, aunque no imposible, hacer una autoevaluación o tratar de analizar mi docencia sin tomarme en cuenta, es decir, como si yo fuera otra persona a la que voy a criticar. Sin embargo, resulta un buen ejercicio de autoevaluación acerca del trabajo que realizo, no porque no acostumbre hacerlo, ya que sí trato, pero no es fácil.
Retomo uno de los idiomas que imparto actualmente, el francés y será a partir de esta materia que explicaré mi práctica docente.
En general, la clase se desarrolla en el salón, pocas veces ha sido en las canchas de basketball o en el jardín, porque la actividad lo requiere. Una de las primeras cosas que hago al llegar al salón de clase es saludar a los alumnos, preguntarles cómo están y qué hicieron el día anterior. Empiezo a entrar en materia utilizando el libro de texto, introduciéndolos al tema explicando en el pizarrón y/o trabajando con el equipo de audio que tengo en el salón, esto varía de acuerdo al tópico por ver y los objetivos planteados para el día. También a veces utilizo el cañón para proyectar ejercicios y/o juegos de ciertas páginas del internet que cubren el tema designado. Nunca utilizo sólo el libro o el pizarrón o el cañón para dar mi clase. Siempre hay una combinación de recursos, aunque en una de las escuelas donde trabajo es más difícil porque sólo contamos con grabadoras y televisión en ciertos salones. Trato de que la clase sea dinámica, que los alumnos participen activamente y de manera reflexiva.
¿A qué me refiero con “participar activamente y de manera reflexiva”? Al hecho de que utilicen las herramientas, los conocimientos ya adquiridos para aportar sus ideas a la clase y de igual manera, para preguntar si algo no saben decir o escribir, o simplemente que den su punto de vista sobre algo; trato de contestar las preguntas que surgen en cada momento y explicar cuantas veces sea necesario, sin rayar en lo absurdo, lo que no haya quedado claro por parte de alguien. Por supuesto, mi clase se desarrolla en francés, el español se habla sólo en casos extremos, por ejemplo, cuando un tema es muy difícil o cuando no están captando en lo absoluto. Esto es grosso modo.
¿A dónde quiero llegar con esto? ¿Qué busco con cada actividad propuesta? Existen cuatro puntos básicos generales, para algunas personas que enseñamos francés, respecto a lo que se pretende que los estudiantes logren. Se trata de alcanzar el desarrollo de la comprensión tanto oral como escrita así como la producción oral y la producción escrita a través de la adquisición de “saberes” comunicativos, lingüísticos y culturales que les permitan reproducir, en primera instancia, situaciones de la vida cotidiana en francés. Obviamente con el tiempo, esta reproducción se transforma en creación propia, en adueñarse de la lengua y utilizarla como la necesiten.

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