viernes, 7 de mayo de 2010

La aventura de ser docente. Comentario sobre la lectura de José M. Esteve

La lectura sobre la ponencia de José M. Esteve me lleva a considerar ciertos puntos importantes que a continuación retomo y con los que además, concuerdo.
a. La realidad que plantea el autor sobre las trabas que un(a) maestr@ novat@ enfrenta, las viví, y efectivamente esta formula de ensayo-error, me funcionó al principio de mi docencia. Mi identidad profesional se fue conformando poco a poco, para ello recordé ciert@s maestr@s que consideraba buenos por el tipo de actividades que hacíamos, porque no sólo nos enseñaban acerca de la materia en cuestión. Estos "viejos" docentes, desde la secundaria hasta la carrera, sembraron inquietud en el terreno académico, me ayudaron a pensar por mi cuenta, a indagar por mí misma, a ser más reflexiva, y no solo eso, también su compromiso con la enseñanza dejó una huella positiva así como la ayuda que pude haber recibido de ell@s. Actualmente es grato que uno de estos ejemplos en mi vida académica y posteriormente docente, sea ahora mi compañero de trabajo.
b. De igual forma, trato de ser así con mis alumn@s, es decir, ser maestr@ de humanidad, "ayudarles a comprenderse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea". En otras palabras, no sólo presentar correctamente los contenidos, sino también en saber escuchar, en saber preguntar, interpretar sus gestos, saber reír, disfrutar, porque como dice Fernando Corbalán, "tenemos que divertirnos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmósfera de investigación. Y no se piense que sólo se abre la mente a los alumnos. También la del profesor se expande y se llena de nuevos matices y perspectivas más amplias,y funciona la relación enriquecedora en los dos sentidos". ¿Por qué? Porque se da un proceso de reconversión que implica hacer que vuelva a ser, de manera diferente, lo que ha sufrido un cambio. Para ello se requiere crear una atmósfera de trabajo óptima, tomando en cuenta las características del grupo y las edades, así como la capacidad del docente.
c. Esta relación enriquecedora entre alumn@-maestr@ implica dar nueva fuerza, intensidad o validez a la cuestión pedagógica. Si somos medianamente conscientes de nuestro papel de formadores, y no "deformadores", debemos de estar en constante renovación ya que representa un desafío personal que nos puede rescatar del aburrimiento, si pretendemos que esto no suceda. Además, la parte del egoísmo es medular, al menos en mi caso, ya que por ejemplo, veo a profesores cómo dan su clase, y reflexiono, sobre todo, en lo que no debo de hacer para que la aventura de la enseñanza-aprendizaje fluya a través de la libertad de expresión del ser profesor.
d. En cuanto a la libertad de ser profesor, no concuerdo con un punto con Esteve. Él dice que se la ganó con el paso del tiempo después de haber corregido errores, se ganó la libertad estar en clase con seguridad en sí mismo. Por cuestión de carácter, esto no me ocurrió, al contrario, desde que empecé a laborar como docente, mi seguridad no ha declinado y espero no decline. No me la gané por ensayo-error, dependió mucho de cómo soy. Mis trabas al principio se ubicaban en otro lado, por ejemplo, un poco la disciplina considerando que l@s alumn@s atraviezan por la adolescencia, que como su nombre lo indica, adolecen de todo y por todo; y la cuestión de la comunicación pues al principio me resultaba difícil mediar entre mis señales gestuales y mi interpretación de las de l@s alumn@s, era complicada la comunicación porque en ocasiones no utilizaba un lenguaje accesible a su edad. Algo que no se menciona en el texto y creo es rescatable señalar en lo referente a la comunicación, es el saber utilizar el tono de voz y el ritmo. Lo anterior me costó trabajo porque mi tono de voz es serio y parece que estoy enojada, además que mi volumen a veces aumentaba un poco más de lo necesario. Afortunadamente, ahora los manejo bastante bien. Se que a veces es necesario hablarles con tono fuerte, si algo grave sucede en el aula o bajar el volumen si quiero que me pongan atención, por ejemplo.
e. Sin afán de caer en la presunción, creo que actualmente soy una maestra experimentada. Tengo conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en una clase, tengo la libertad, siempre la he tenido, de decir lo que pienso, de intentar nuevas técnicas para explicar un tema, de cambiar las formas, de ser consciente sobre las señales gestuales que dan l@s estudiantes, de efectivamente ayudarles en la medida que pueda y me lo permitan, a comprenderse y tratar de entender el mundo que los rodea. Se también, que no me puedo quedar en este estado, estoy convencida que todos los días se aprende algo nuevo, y soy bastante receptiva a lo anterior.

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